HIGADITOS DE POLLO AL VINO 

El otro día hablaba con un compañero de trabajo de bares y tabernas antiguas que hay en Córdoba. Él me decía que cada cierto tiempo le gustaba recorrer algunas de ellas porque ponían tapas que ya no encuentra en otros sitios. Así salieron algunos platos como asadura con tomate, riñones al jerez, sangre encebollada o higaditos de pollo. Le dije que eran platos muy fáciles de hacer y que en casa se suelen hacer (excepto los riñones que no me convencen). Le prometí que colgaría las recetas aquí para que pudiera hacerlas en casa. Ayer tarde fuí a la carnicería a comprar y me encontré con unos higaditos fresquísimos, así que hoy era obligada la receta de "Higaditos de pollo al vino". Aquí os la dejo...

500 gr de higaditos de pollo
6 dientes de ajo
1/2 vaso de vino blanco
Agua
Aceite de oliva
Sal

Lo primero es limpiar los higaditos de grasa y hebras indeseables. Los corazones suelo limpiarlos quitando la coronita de grasa de arriba y con un corte en la mitad a lo largo sin llegar a cortarlos del todo. Los higaditos más grandes los troceo en dos o tres partes. Una vez limpios los ponemos un rato en un bol con agua para que vayan soltando la sangre que pueda tener adherida. Mientras tanto pelamos los dientes de ajo, los cortamos en dos o tres mitades y los echamos a un mortero con un puñadito de sal para que al machacarlos con la maza no salten y se salgan. Una vez machacados, llenaremos el mortero de agua casi hasta la mitad. Removemos con la maza y reservamos.
En una sartén pondremos bastante aceite de oliva para que se frían bien los higaditos. Éstos los sacaremos del agua en el que los teníamos y los echaremos directamente en el aceite (sin enjuague previo) cuando esté templado. No esperéis a que se caliente porque en cuanto el aceite entre en contacto con el agua salpicará y vuestra cocina se convertirá en un cuadro de pintura abstracta. Rehogar unos minutos hasta que los higaditos vayan cambiando de color. Añadir entonces el vino y la mezcla de ajo y agua del mortero. Sazonar, tapar y dejarlo que haga chup chup y vaya perdiendo todo el líquido.




Una vez que vaya quedándose en el aceite original, lo destapáis y movéis continuamente para que no se os quemen los ajitos machacados. Pasados unos minutos tendrán un tono doradito y empezará a salpicar el aceite. Será el momento de retirar del fuego. Cuando haya enfriado un poco yo saco los higaditos de la sartén con una espumadera para servirlo en el plato. El aceite de la cocción lo cuelo con un colador sobre los higaditos para que el aceite salga limpio de restos de ajos fritos y trocitos desmenuzados de los higaditos. Así tendrá todo el sabor y el aroma de los ajos y el vino. Unas patatitas fritas caseras o una buena ensalada y tenéis resuelto un almuerzo. Buen provecho!!!




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