CARPACCIO DE TOMATE ROSA DE ALCOLEA AL AROMA DE TRUFA BLANCA CON CRUJIENTE DE AJITOS

Llegando esta época, en cualquier mesa que se precie de Córdoba si no comes un buen tomate rosa de Alcolea, no es verano. El tomate rosado o de piel de doncella no es conocido sólo por su color característico sino también por su interior, que pasa a ser casi rojizo y de piel fina. Es carnoso, jugoso, dulzón y con pocas semillas. Es un alimento que se adapta bien a las altas temperaturas y permite que a diario se exporte por toda España desde Alcolea y también desde La Carlota. Es tan conocido que incluso Michelle Obama en la visita que hizo a España el verano pasado, pidió en la embajada que una de las comidas llevara este tomate porque es el único tipo de tomate que come.


A pesar de que aún no destaca a nivel internacional entre las más de 40 variedades de tomate que existen, todo apunta que su gusto hará que este producto sea exportado cada vez más a todos los puntos de Europa y de otros continentes, como ocurre en la casa de los Obama.
Los tomates rosados son feos y desiguales como ya dije, con muchas cicatrices derivadas de lo frágil de su piel y con un precioso color rosado. No tienen nada que ver con los tomates repetidos en serie que habitualmente encontramos en los supermercados. Al abrir el tomate por la mitad, notamos las diferencias con los tomates habituales. En primer lugar, el tomate se corta sin ninguna dificultad ya que su piel es muy fina. Y segundo, las semillas no están agrupadas en celdas independientes como ocurren con los otros, sino que están repartidos por toda la superficie. Tiene mucha más carne y menos agua. Por eso, pese a que tengan un precio algo más elevado, merece la pena.

Estos tomates son tan buenos que con solo unos granos de sal y pimienta ya están irresistibles, pero con esta receta, el aroma de la trufa blanca y el sabor de los ajitos hará que tengáis en la mesa un plato de categoría. Os dejo la receta...

1/2 kg de tomates rosas de Alcolea
3 dientes de ajo
Esencia de trufa blanca en spray
Aceite de oliva
Sal

1. Cortamos los tomates con una mandolina o un cuchillo lo más fino posible. Lo vamos colocando en una fuente. 

2. Rociamos con la esencia de trufa blanca y espolvoreamos sal gorda por encima. Este es el bote que yo tengo de esencia de trufa. Lo encontré en el Corte Inglés este invierno.


3. Pelamos y machacamos los dientes de ajo en un mortero. Calentamos aceite en una sartén y añadimos los ajos. Movemos con una cucharita hasta que doren y queden crujientes. Tened cuidado porque se queman rápidamente. 

4. Dejamos templar un poco y regamos los tomates con el aceite y los ajos.




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