CALDERETA DE RAPE CON ALMENDRAS Y LANGOSTINOS

¡Qué necesario es un descanso de vez en cuando para resetearnos por completo! Después de casi dos meses desaparecida vuelvo con ganas renovadas y un montón de platos por compartir, porque aunque no haya publicado nada en este tiempo, no quiere decir que mi cocina haya estado cerrada, todo lo contrario, la he disfrutado más aún si cabe, pero desde la tranquilidad y para mí misma. Pienso que cuando algo nos apasiona nunca debe de transformarse en una obligación (aplíquese a cualquier aspecto de la vida), porque termina por matar esa pasión, y eso es algo que  jamás nos lo debemos permitir. Así que, en mi caso mi parón bloguero fue más que necesario, y a día de hoy mi locura por la cocina permanece intacta por no decir que ha ido a más.
Para la vuelta lo hago aprovechando una cabeza de rape que me regaló mis pescadero hace unos días. Una auténtica delicia que, aunque a la vista sea muy feo el pobre animal, sabiéndola aprovechar sacamos un platazo de cuchara, de los que a mí me gustan, de chup chup a fuego lento que están para morirse de gusto cuando lo comemos, una caldereta como Dios manda con su picada de almendras.


Hoy en día, comer una caldereta o un suquet de pescado es señal de conocimiento gastronómico y sobre todo, de una cartera abultada, porque se ha puesto de moda echarle langosta o carabineros en muchos restaurantes sobre todo de la costa, lo que ha hecho aumentar el valor de un plato cuyo orígen es muy pobre como el de cualquier otro guiso o potaje, ya que no deja de ser eso, un guiso o potaje, pero marinero.
Antiguamente, el oficio de la pesca se consideraba algo miserable. Los pueblos que se dedicaban a ella eran pueblos sucios, olían a tripas podridas, los pescadores vestían ropas llenas de escamas, las caras las tenían curtidas por el salitre y las manos rajadas mil veces por sedales y anzuelos. Se afanaban en conseguir los mejores pescados para las mesas nobles: besugos, merluzas, lubinas, meros o rodaballos. En las redes se enredaban aquellos pescados que hoy se les conocen como de roca, menos comerciales, que eran feos y cuya carne no se consideraba de calidad. Estos se aprovechaban en las casas de los pescadores que los guisaban junto a verduras de la época: nabos, coles, castañas, cebollas o bellotas.


En el siglo XIX apareció la patata y esos guisos hechos con pieles y espinas de las que apenas se podía sacar algo de sustancia, pasaron a ser consistentes, que se podían masticar y en donde el pescado pasaba a ser un condimento que le daba aroma al guiso. Con la patata se quedó fijado un perfil de caldereta: sofrito de verduras con o sin tomate, pescado y muchas patatas. Tanto éxito tuvieron que hasta los pescadores y marineros empezaron a cocinarlos en los barcos. El ejemplo más puro es el guiso de bonito o marmitako cocinado por los vascos o la calderada de los asturianos.
La caldereta que os traigo hoy es una de las más antiguas, de las de patata y pescado, de uno de los peces que se consideraban peces feos, el rape o pixín. De hecho, cuando los pescadores lo veían en las redes lo echaban de nuevo al mar. Fueron las sufridas mujeres de los pescadores que tenían que guisar para una familia numerosa con muy pocos ingredientes las que vieron que tanto el rape como el cabracho no tenían apenas espinas y empezaron a incluirlos en estos guisos marineros. Lo que son las cosas, con el tiempo se convirtieron ambos pescados en unos de los mejores valorados en el mundo gastronómico.


Así pues, como habéis podido comprobar, el plato que os traigo hoy es todo un deleite de sabor que estoy segura os encantará. Os dejo la receta para que lo comprobéis por vosotros mismos...

1 cabeza de rape
1/4 kg pescado de roca
1-2 patatas
1/2 cebolla
1 tomate
1 pimiento verde
2 dientes de ajo
1/2 cdta pimentón
1 rebanada de pan
Un puñado de almendras
2 langostinos por comensal
Aceite de oliva
Sal
1 hoja de laurel
Perejil

1. Freímos en una sartén los ajos, el pan y las almendras. Sacamos a un mortero y lo majamos. 

2. En ese mismo aceite hacemos un sofrito con la cebolla, el pimiento verde y el tomate. Cuando esté todo pochado, añadimos el pimentón, removemos unos segundos para que no se nos queme o amargará y reservamos.

3. En una cacerola con agua y sal ponemos a cocer la cabeza del rape limpia y cortada en trozos junto al pescado de roca unos 15 minutos. Sacamos el pescado con una espumadera. No tiramos el agua, de ella sacaremos dos cucharadas que añadiremos al mortero para desleír el majado. 

4. En esa misma agua ponemos las patatas peladas y cortadas en trozos junto al sofrito que teníamos reservado en la sartén y la hoja de laurel. Dejamos cocer a fuego lento para que se hagan las patatas y reduzca el caldo. 

5. Mientras, sacamos la carne del rape a la cabeza y pelamos los langostinos dejándoles la cabeza y la cola. Reservamos.

6. Cinco minutos antes de apartar la caldereta, añadiremos el majado y dejamos que se finalice el guiso. 

7. A la hora de emplatar, pondremos en el fondo del plato la caldereta, encima distribuiremos la carne del rape. Marcamos los langostinos en una sartén con un hilo de aceite. Con ellos decoramos el plato y espolvoreamos perejil picado justo a la hora de servir a la mesa. Listo. Un platazo para disfrutar!



Comentarios

  1. Antiguamente, los marengos de El Palo, la gente de la mar a la que me siento orgullosa de pertenecer, solían decir: eres más feo que un rape. A un tio mío, Manolo, pescadero de profesión, concretamente en el malagueño Mercado de El Molinillo, le llamaban "el boca rape". Un pez muy vinculado a "Mi Cocina", antaño como tu bien has hecho la cabeza servía para hacer una cazuela de papa, el cuerpo frito o bien en salsa de almendras. Un clásico de El Palo era una cazuela de rape con jamón que tengo publicada en dos versiones......Te animo a que la pruebes. Tu plato es una maravilla.....muiy marengo!!!!!

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  2. Gracias! Claro que busco la receta y la pruebo. Tiene que estar buenísima!

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