TORRIJAS RELLENAS DE FLAN

Dulces obligados en época de Cuaresma son las torrijas, un dulce de origen europeo de larga tradición en España. Consiste en una rebanada de pan duro empapada en leche o vino y frita tras ser rebozada en huevo. Se endulza con miel, almíbar, o una mezcla de azúcar y canela molida. De algo tan sencillo ya se hablaba en época de los romanos. El gastrónomo Marcus Gavius Apicius compiló una colección de recetas latinas de los siglos IV-V. El recetario menciona los "aliter dulcia", una rebanada de pan remojada en leche.



Este pan migado en leche y endulzado fue conociéndose ampliamente en la Europa medieval bajo los nombres de "suppe dorate", "soupys yn dorye", "tostées dorées" o "pain perdu" en Francia que dió lugar al "payn purdyeu" del Reino Unido. En el siglo XIV, el recetario "Le viandier de Taillevent" escrito por Guillaume Tirel, tenía una receta en la que las "tostadas doradas"  se rebañaban en yema de huevo batido antes de pasarlas por la sartén y espolvorearlas con azúcar.



En el siglo XV, Martino da Como, el mayor gastrónomo europeo y uno de los primeros cocineros estrellas de la cocina occidental conocido como el Príncipe de los cocineros, escribió una receta en la que el pan dulce había sido sumergido en una sopa o líquido antes de servirlo acompañando a las aves de caza y otras carnes. En España, la torrija o torreja como se conoce en Cantabria, aparece también documentada en el siglo XV citada por Juan del Encina: "miel y muchos huevos para hacer torrejas", indicado para la recuperación de las parturientas acompañadas de una copa de vino. Las primeras recetas se remontan al "Libro de Cozina" de Domingo Hernández de Maceras (1607) y "Arte de cozina, pastelería, vizcochería y conservería" de Francisco Martínez Motiño (1611).




Pero, ¿cómo llegaron a ser un dulce de Cuaresma y Semana Santa? No se sabe a ciencia cierta, pero al ser un alimento saciante y calórico que aportaba energía, comenzaron a incluirse en la Cuaresma para compensar los periodos de abstinencia de algunos alimentos, aunque cuesta creer que sobrase en en esa época mucho pan duro. Las torrijas se asocian a tiempos difíciles y de estrecheces económicas, en las que disponer de un elemento barato y asequible como los restos del pan permitían comer algún dulce de vez en cuando sin gastar mucho. De hecho, para preparar torrijas, lo ideal es que el pan sea algo duro, de dos o tres días. También se elaboran de vino dulce, porque la tradición popular nos dice que las torrijas representan el cuerpo y el vino, la sangre de Cristo.
Más adelante, a comienzos del siglo XX, las torrijas perdieron un poco su vinculación religiosa y se hicieron habituales en las tabernas madrileñas acompañadas por un vaso de vino. Una de las primeras, abierta en 1907 fue la mítica "La Casa de las Torrijas" de Madrid. En ella podían tomarse torrijas regadas con Bourbon, Grand Marnier u orujo gallego, así como con dulce de leche o cítricos.



Otra taberna madrileña centenaria es "El Anciano Rey de los Vinos" en la C/ Bailén, 19. En ella se sirven torrijas empapadas en el vino de la casa, una mistela elaborada en exclusiva para ellos en Tomelloso. Pararse en esta taberna a disfrutar de su terraza, ya lista para la primavera, a saborear sus torrijas con vistas a la catedral de la Almudena y el Palacio Real, es un privilegio al alcance de cualquiera.


Las torrijas son conocidas mundialmente. Países como Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, El Salvador, Guatemala, Honduras, Venezuela, Republica Dominicana o algunas partes de México, también tienen estas "tostadas dulces" con sus variantes. Igualmente también se han popularizado en el norte y centro de Europa conocidas como "french toast" o tostada francesa.
Cómo veis una delicia con ingredientes muy básicos, barata, y fácil de hacer. Yo os traigo una receta un poco distinta a la torrija tradicional, con un relleno de flan, que podreís hacerlo casero o comprarlo ya hecho, que os va a encantar en cuánto las probéis. Os dejo la receta...

1 barra de pan especial de torrijas
1/2 l de leche + 2 cucharadas de leche
1 vaso de nata
1 piel de limón
1 rama de canela
3 cucharadas de azúcar + azúcar para rebozar con canela
Flanes de vainilla o huevo
Harina
2 huevos
Canela molida
Aceite de oliva

1. Calentamos la leche, la nata, las 3 cucharadas de azúcar, la piel de limón y la canela hasta que hierva. Retiramos del fuego y dejamos enfriar. Pasamos a una fuente honda sin el limón y la rama de canela.

2. Regamos las rebanadas de pan con el caramelo de los flanes por una de sus caras. 

3. Los flanes los desmoldamos en un plato, cortamos discos y los colocamos sobre la rebanada del pan mojada de caramelo.

4.  La cubrimos con otra rebanada y empapamos bien en la mezcla de leche y nata que habíamos enfriado. Las ponemos en un plato para que escurra el exceso de líquido. 

5. Calentamos aceite a temperatura media-alta. Batimos los huevos con las 2 cucharadas de leche. Pasamos las torrijas por harina y huevo y freímos hasta que estén doradas por ambos lados.

6.  Escurrimos en papel absorbente. Pasamos por una mezcla de azúcar y canela molida.
Podemos tomarlas calientes, templadas o frías. De ello dependerá la textura del flan cuando las cortemos. 





Comentarios