BROWNIE CON HELADO DE VAINILLA DE MADAGASCAR

Hola amores! A pesar de que hay muchas personas que en pleno verano le da pereza encender el horno, para mí no hay nada mejor que levantarse temprano y aprovechando el fresquito mañanero hornear algo rico, de lo que deja la casa impregnada de aroma a gloria bendita. Y uno de los mejores olores es el del chocolate, más áun en forma de brownie como el que os traigo hoy. Si lo acompañamos de un helado casero de vainilla, de sabor intenso, de Madagascar, y bien cremoso, no me digáis que no merece la pena hornear aunque sea el mes de julio.
El brownie es el postre típico americano donde los haya desde hace 100 años. Es característico su corteza seca y agrietada, es ligeramente húmedo y tiene un profundo sabor a chocolate. Su nombre es debido a su color amarronado. Es un cruce entre un pastel y una galleta. Generalmente se hornean en moldes cuadrados o rectangulares y se cortan en porciones. Pueden llevar nueces enteras o trocitos. Hay quién le añade pepitas de chocolate, lo cubren con glaseado o frosting de chocolate y casi siempre se presenta con una bola de helado de vainilla o nata fresca. Hay una variedad llamada blondie que en lugar de chocolate lleva azúcar moreno. Se dice que su origen está en un pastelero de Boston que sobre 1897 horneó un bizcocho de chocolate al que olvidó añadir levadura.


Otro de los ingredientes fundamentales de esta receta es la vainilla, fruto de la magia de la naturaleza. Proviene del delicado fruto en forma de vaina que producen determinadas flores de orquídea. Su complejidad radica en numerosos factores externos que hacen de esta especia una de las plantas más caras del mundo por detrás del azafrán. Las orquídeas trepadoras que producen las vainas de vainilla requieren de un clima húmedo demasiado específico que se limitan a un puñado de hectáreas de México, Madagascar, Isla Reunión, Tahití o Indonesia. Verdadero lujo vegetal.


Estas orquídeas sólo permanecen abiertas unas horas de un solo día. Además, a pesar de que son flores hermafroditas, requieren de ayuda externa para poder reproducirse y dar los preciados frutos, primero, porque carecen de olor para atraer a los insectos pero, sobre todo, porque sus órganos reproductores están separados por una fina membrana. Así que a falta de insectos, la ayuda humana es imprescindible para obtener la preciada vainilla. La polinización es manual y si no se produjera la orquídea que ha permanecido abierta apenas un día, se moriría y caería. Si, por el contrario, se consigue polinizarla, de cada flor saldrá una vaina verde que necesita nueve meses para alcanzar su tamaño y maduración óptimos. Su recolección se produce a finales de otoño y vuelve a florecer antes de primavera.


Una vez recolectada, las vainas no sirven para nada, no tienen olor porque necesita una larga y delicada fermentación. Ahí radica su complejidad que la encarece aún más. Las vainas verdes comienzan un proceso de secado de 2 horas al día al sol. Así durante seis semanas. Duermen en recipientes cerrados donde sudan la savia que aún duerme en su interior iniciándose su fermentación. Tras estas seis semanas llega el momento en que debe nacer el sabor. Pasarán tres meses de descanso en cajas herméticas en las que no traspase la luz. Los frutos de la planta necesitan pasar doce semanas en la más absoluta oscuridad, en un sitio fresco y seco para acabar de fermentar. Cada vaina de vainilla guarda en su interior unas diminutas semillas de polvo negro considerado hoy en día el caviar vegetal más caro del mundo. Ahí es donde está el verdadero sabor de la vainilla, ese sabor de lujo. El 1% de la vainilla que se consume en el mundo es natural y el otro 99% proviene de un compuesto algo sintético llamado vanilina, de casi idéntico sabor. Esto demuestra que se necesite unos 3000€ para conseguir un kilo de extracto de vanilla.


Con estas dos maravillas de las que os he hablado, ¿quién se resiste a probarlas juntas? Os dejo la receta para que disfrutéis de este postre...

Para el brownie

1 tableta chocolate negro 70% cacao
100 gr mantequilla
170 gr azúcar
90 gr harina
3 huevos
1/2 cdta bicarbonato
Unas gotas de limón
Un puñado de nueces troceadas
Una pizca de sal

1. Derretimos el chocolate junto a la mantequilla y dejamos templar. 

2. Batimos los huevos con el azúcar y le agregamos el chocolate derretido.

3. Por otro lado mezclamos la harina, bicarbonato y sal. Tamizamos y añadimos a la mezcla anterior junto a unas gotas de limón. 

4. Agregamos las nueces troceadas y mezclamos. 

5. Volcamos en un molde cuadrado engrasado y enharinado y horneamos a 180° durante 30 minutos

Para el helado de vainilla

200 ml leche
200 ml nata para montar
120 gr azúcar
3 yemas
1 vaina de vainilla de Madagascar
1 pizca de sal

  1. Ponemos en un cazo la leche y la nata. Abrimos la vaina de vainilla y con un cuchillo raspamos las semillas. Las añadimos también al cazo junto a una pizca de sal y lo ponemos a calentar. Antes de que hierva, lo retiramos y dejamos infusionar una media hora.

2. Batimos las yemas con el azúcar. Colamos la leche y mezclamos con las yemas. 

3. Volvemos a poner a calentar a fuego bajo sin dejar de remover para que las yemas no cuajen. Dejamos espesar. Estará en su punto cuando cubra el reverso de una cuchara. Retiramos y dejamos enfriar.

4.  Batimos a la hora y media y congelamos. A la hora batimos de nuevo y pasada una segunda hora batimos de nuevo. Así no cristalizará y quedará cremoso.



 

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